LAGUNA MAR CHIQUITA
LAGUNA MAR CHIQUITA
LAGUNA MAR CHIQUITA
La laguna Mar Chiquita o Mar de Ansenuza es una enorme laguna endorreica de elevada salinidad, que se encuentra en el noreste de la Provincia de Córdoba, en el centro de Argentina. Su superficie variable —que puede rondar los 8000 km²— la convierte en uno de los lagos salados más extensos de los hemisferios sur y occidental. Además, es la mayor superficie lacustre de la Argentina, el 4.º lago salado endorreico más grande del planeta y el 4.º lago de planicie más extenso del mundo.
Este mar interior forma parte del área natural protegida denominada Bañados del Río Dulce y Laguna de Mar Chiquita.
Es también conocida como mar de Ansenuza, y hasta mediados del siglo XIX como Laguna de los Porongos, por una especie de calabacilla (Lagenaria vulgaris) así llamada, aunque esta última denominación ha quedado reservada a una serie de lagunas menores que se encuentran algunas decenas de kilómetros al noroeste.
Fotos: Diques de Córdoba ©
La leyenda
Ansenuza, la diosa que habitaba las aguas, era una mujer bellísima, pero extremadamente cruel con aquellos que entraban en sus dominios. Un día, mientras recorría la laguna, Ansenuza encontró sobre la arena el cuerpo de un indio sanavirón. Su primera reacción fue atacar al intruso y destruirlo, pero al percatarse de su inmovilidad, se acercó lentamente a él. El fuerte cuerpo del indio indicaba claramente que era un guerrero, pero se encontraba gravemente herido, tendido en un sueño de agonía y muerte.
Ansenuza, observando al guerrero, sintió como su corazón comenzaba a latir con mayor fuerza y por primera vez sintió que se enamoraba perdidamente. Pero inmediatamente se dio cuenta de que no podría salvarle la vida y entonces comenzó a llorar. Sus lágrimas cayeron en torrente y bañaron el cuerpo del hombre muerto. Tanto lloró que sus lágrimas tornaron saladas las aguas, y ante tanto dolor los demás dioses se apiadaron de ella.
El padre de los dioses decidió dar una oportunidad al amor que había nacido en el corazón de Ansenuza, devolviendo la vida al joven guerrero. Del cielo cayó un rayo que iluminó el cuerpo inmóvil, y lo transformó en una hermosa y esbelta ave de plumas rosadas.
Desde ese momento el flamenco habitó las aguas salobres de Ansenuza, que es como los lugareños llamaban a la laguna Mar Chiquita. Aguas a las que los dioses dieron propiedades curativas para que ya nunca deba llorarse por la pérdida de un amor. Fuente: https://pueblosoriginarios.com/